¿Deja-vu? Pues más o menos. Y es que ya ha pasado casi un año y medio desde el lanzamiento de Maxwell 1.0 y la aparición de estos únicos sujetos de prueba, la GTX 750 a secas y la GTX 750 Ti, modelos que llegaron a cambiar el paradigma sobre el consumo en nuestras tarjetas gráficas y sentaron un nuevo precedente para las generaciones venideras de NVIDIA: Entregar un rendimiento aceptable acompañado de un consumo sin igual…
Procesadores de 1.000 dólares, tarjetas gráficas de 1.500 o incluso 3.000… Es cierto, nos encanta ver como los fabricantes se esfuerzan en sacar su estratosférico modelo tope de línea, una pieza de ingeniería que supera todos los límites conocidos y sienta las bases del rendimiento generación a generación. Llevado a nuestra realidad, el usuario común como tu o yo, arma su computador pensando en la compra inteligente y que haga rendir de mejor manera su presupuesto. Bajo este escenario, el día de hoy daremos un giro a lo que acostumbramos hacer y pondremos a prueba dos tarjetas gráficas para el segmento de los 150 dólares, el especial y masivo mercado que busca maximizar su rendimiento pagando la menor cantidad posible por cada frame que entrega la tarjeta, algo que ustedes conocen como el “precio vs rendimiento“.