marshall_m Posteado Enero 26, 2014 Reportar Share Posteado Enero 26, 2014 Hace unos días subí un intento de cuento (como muchos que caen) y ahora me animé a subir uno que escribí hace un tiempo, tiene un par de correcciones y me gustaría saber sus opiniones (es un poco largo) Violeta Caminaba en dirección a la nada, las vacías calles de la ciudad de estaban lo suficientemente corrompidas por la falta de cuidado que el pasto crecía por las grietas, las enredaderas subían por las esquinas y los marcos de las puertas de los locales comerciales. El verde invadía todo lo que alguna vez fue territorio del hombre, ahora volvía a ser territorio de la naturaleza, pero los esqueletos de cemento y metal de las construcciones humanas seguían dando la guerra por mantenerse en pie. Violeta caminaba sola por una avenida principal, la misma que hace unos 2 años era muy concurrida por vehículos y por peatones que compraban todo tipo de cosas, la gente caminaba con seguridad y seguía sus vidas como si nada. Llegó hasta una esquina y miró a ambos lados y vio un blanco conejo que comía hierbas que salían junto a las llantas de un auto abandonado, Violeta se acercó a tan inocente y linda criatura y con pasos lentos se aproximó hacia el conejo, que miraba fijamente como Violeta se acercaba hasta él. Repentinamente el conejo se echó a correr y Violeta quedó mirando en qué dirección se dirigía su compañero, había cruzado una calle y luego subió por el aluvión de un cerro que se derrumbó en temporada de invierno. Violeta miró a su alrededor y decidió entrar en el supermercado que estaba frente a ella, se veía por fuera lleno de verde y el redondo letrero rojo con el logo ya destruido yacía en el suelo y junto a él una abertura a la cortina metálica que iluminaba una parte del interior. Caminó cerca de la entrada y miró su mochila en busca de una linterna que tenía, la encendió y entró en busca de alimentos u objetos útiles. Recorrió todos los pasillos y lo único que encontró fue una lata de frutas en conservas, un juego de cuchillos de cocina, un cuaderno que le faltaba la tapa trasera pero que conservaba muchas de sus hojas y un par de lapiceros. Luego que guardó sus objetos nuevos en su mochila, se armó de valor y decidió ir a investigar en las bodegas, que para ello sacó el cuchillo más grande del juego de cocina y saltó un mostrador de rotisería, donde entró a la bodega de carne que tenía pegado el hedor putrefacto y restos descompuestos colgados y en el suelo. Violeta se aterró luego de ver aquel terrorífico escenario, y empujó una puerta junto a un congelador, luego se tropieza con algo y su linterna avanza rondando hasta que se detiene con algo. Violeta se puso de pie y fue a ver la linterna, una vez la recogió se alumbro el brazo derecho porque sentía un pequeño dolor: Tenía una cortadura de unos 2cm de largo y medio de profundo que le causo el cuchillo. Con la mano izquierda se quitó la mochila de la espalda y entre sus cosas tomó un trapo viejo y se cubrió la cortada, luego le hiso un poco de presión para detener el sangrado y finalmente cortó un extremo del trapo el cual no estaba ensangrentado y se vendó la herida. Se tomó su tiempo y se examinó completa para ver si tenía alguna otra lesión. Luego de haber comprobado que pese al corte todo estaba bien, usando la linterna alumbró su alrededor, se encontraba en la bodega de alimentos, habían bolsas de arroz por el suelo y vacías, también bolsas vacías sobre los estantes y una que otra que estaba cerrada correctamente, siguió alumbrando para ver que más podía encontrar y en el estante contiguo habían fideos y azúcar. Más allá había cereales expirados y las preciadas latas de conserva. Había cerca de un estante lleno de latas etiquetadas como frutas en conserva, mermelada, atún y un par de tarros de surtidos. También había tarros sin etiqueta o dañada pero violeta quedó admirada por ver aquella fuente de alimento que le duraría un año más, ya sea porque se la devore o porque expire, pero tenía alimentos para un largo tiempo. Alumbro el pasillo de la oscura bodega en búsqueda de su cuchillo para abrir las latas, la cortadura le había dejado de sangrar y con su linterna intentaba dibujar loa ruta para volver a encontrar aquel festín de comida. Encontró el cuchillo en el suelo y lo recogió, lo limpió con el trapo con el que se detuvo la sangre y lanzó el trapo hacía un rincón oscuro. Se dirigió hasta las latas y con el cuchillo abrió una de frutas en conserva, de piñas y disfrutando cada rodaja de piña como nunca antes. Por fin había comido algo luego de 2 días sin ningún alimento más que una lata de carne que se le habría caído a un soldado y que ella encontró en la calle. Una vez se terminó las piñas, sacó el cuaderno y con esfuerzo y aguantando el dolor en la primera hoja de su cuaderno hizo un pequeño mapa de donde estaba el supermercado indicándolo con una equis grande como si fuese un sitio peligroso para despistar a alguna persona si es que perdía su cuaderno. Dibujó el mapa con un par de indicaciones que solo ella se daría cuenta y luego en su mochila guardó 3 latas de carne, 2 de atún y 5 frutas en conservas surtidas. Su mochila quedó pesada, pero tenía el peso suficiente para poder caminar hasta su refugio. Su linterna comenzaba a quedarse sin baterías y un poco asustada comenzó a buscar la salida. Logró llegar a la puerta por donde entró y se había caído y enfocó el suelo. Había un cadáver humano semidesnudo lleno de mordidas pequeñas y con las ropas rajadas por garras. Violeta Grita muy fuerte y luego se tapa la boca. Alumbra con la linterna a su alrededor y no había ningún rastro de lo que más cadáveres o del algún animal capaz de causar esas horribles mordidas en aquel muerto. Abrió suavemente la puerta y se tapó la nariz con la manga de su chaleco y alumbrando el piso para no volver a caer buscaba la salida. Un momento dentro del hedor se puso de pié y trato de orientarse, mientras trataba de hacerlo, escuchó un pequeño ruido, se quedó quieta y sin respirar y el ruido se hacía más cercano a ella, era como un chillido. Por un momento no reaccionó y cuando escuchó los chillidos muy cerca de ella alumbró hacia adelante y corrió lo más rápido que pudo en ese momento, llegó frente a una pared y comenzó a buscar alguna puerta, encontró la puerta que llevaba fuera de las bodegas del supermercado y llegaba hasta el mostrador de rotisería, aun así, siguió corriendo hasta afuera y salió del supermercado, corrió un par de metros y se subió al techo de una antigua construcción que casi no le quedaba techo y se sentó para descansar. Instintivamente decidió mirar hacia la salida del supermercado y un mar de ratas sale por la abertura de la cortina metálica, cerca de 200 ratas hacían un caudal vivo de ratas que salían y entraban sin cesar. Violeta soltó un par de lágrimas y se lanzó a llorar en silencio, sabía que en cuanto las ratas la olieran estaba perdida, la muerte volvía a jugar con su vida un momento y disfrutaba su agonía. Link to comment Compartir en otros sitios More sharing options...
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